Las luces no dejan de brillar, pero si los neoyorquinos duermen. Y es que la capital del mundo convertida en el epicentro del coronavirus en Estados Unidos, tiene arrugado el alma.
Así como ha sabido levantarse tras otros episodios tristes, la gran urbe renacerá, y junto al poder divino de Dios y la conciencia de sus ciudadanos y quienes trabajan sin parar, esos héroes anónimos, como los médicos, enfermeras, policías, bomberos, cocineros, farmacias, supermercados y trajadores que día a día arriegan sus vidas para ayudsr al prójimo, volverá a ser, la ciudad que nunca duerme, aunque con mas sensibilidad, compasión y solidaridad. #arribaNYC