LA PANDEMIA SURGIÓ COMO OTROS VIRUS 100, 200 Y 2,000 AÑOS ATRÁS
Por Johan Rosario
Más allá de las abundantes teorías de conspiración, de que el COVID-19 fue creado en un laboratorio para deliberadamente reducir la población mundial, que un grupo de horribles señores se asoció para sembrar por el mundo luto y terror, creo que la pandemia surgió de forma natural. George W. Bush estaba obsesionado con esto desde 2004, tras leer un libro de un prominente epidemiólogo que advertía sobre la gran posibilidad de un escenario como el actual y lo mal preparados que entonces nos encontrábamos. Y que ahora nos encontró. La historia nos enseña que cada 100, 150 años ocurre una crisis de salud de esta envergadura. Hay quien se pregunta, no sin razón ¿por qué, entonces, tantas, en tan corto tiempo? Durante este último siglo hemos visto todo un ramillete: desde la fiebre española, que se estima mató a 40 millones de personas en 1918, hasta el Virus de la Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), a mediados de los 70s, luego el hermano de este COVID-19, el SARS (2003), el MERS (2008) hasta el propio ébola, todas en los últimos 100 años. Desde 1940, han aparecido o reaparecido centenares de microbios patógenos en regiones en las que, en algunos casos, nunca antes habían existido. Es el caso del mismo VIH, del ébola en el oeste de África o del zika o chikingunya, ahora instalados en casi todo el continente nuestro. La mayoría de ellos (60%) son de origen animal. Algunos provienen de animales domésticos o de ganado, pero principalmente (más de dos terceras partes) proceden de animales salvajes.
NO CREO EN TEORÍAS DE CONSPIRACIÓN: PIENSO QUE LA PANDEMIA SURGIÓ COMO OTROS VIRUS 100, 200 Y 2,000 AÑOS ATRÁS
Tantas patologías ciertamente rompen por completo el patrón que hasta 1900 ya se tenía claramente identificado, con la viruela, la peste negra, la peste bubónica, la lepra. Ante esta inquietud válida parece existir una respuesta: el crecimiento poblacional ha sido explosivo en estos últimos 100 años, lo mismo que el avance de la tecnología y el aprovechamiento de los recursos naturales por parte del hombre para poderla sostener.
Cuando talamos los bosques, obligamos a los murciélagos a posarse en los árboles de nuestros jardines. Hemos robado a muchas especies su hábitat natural, o lo que es peor, en el caso de los chinos, no solo han barrido la flora con su actitud depredadora, sino que encima de ello, se comen estos animales hasta vivos. El murciélago, la rata, el chiguiro y otros roedores, son portadores de virus que en nosotros resultan letales, pero que en la piel y organismo de estos animales, por lo general son inofensivos.
Cuando vas a China te topas con un mundo desconocido. Vamos, uno ya sabia que ellos tienen hábitos culinarios estrambóticos . Pero como el refrán sentencia: no es lo mismo llamar al demonio… Ver personas comiendo saltamontes, chicharras, sapos, lagartos, gusanos, murciélagos, encima de ti, con pasmosa naturalidad, te lleva al convencimiento de que justo ahí, en ese animal salvaje que con fruición devoran, puede incubarse cualquier enfermedad espantosa…como el COVID-19.
El murciélago, vivo, lo zambullen en una sopa de fideos hirviendo, lo dejan por unos 3 o 4 minutos, y así se lo comen, con la sangre aun chorreante, visibles las visceras.
Hay zonas concretas para dar rienda suelta al desenfreno. No es que lo ves en cada esquina, pero existen barriadas tipo Pueblo Nuevo, Los Ciruelitos, Capotillo, Cienfuegos, Villa Juana, donde nuestra fritanga de pico y pala, allá es sustituida por colmillos de perro al Thermidor o la cabeza del canino al ajillo.