La primera actriz de Mexico, Edith González, fue despedida con un emotivo homenaje en el teatro Jorge Negrete, como había pedido.
Con más de tres años combatiendo con la enfermedad, la actriz nunca dejó de sonreír e inspirar, y es ese legado que quedará plasmado en la mente y en el corazón de quienes la conocieron, además de sus famosas novelas que traspasaron fronteras.
En corto tiempo logró cambiar vidas, alimentando el amor propio y como llevar una vida alegre, llena de amor y vivir al máximo después de un diagnóstico aterrador.
González, pidió que al morir su cuerpo regresara al escenario donde había expuesto su talento, y allí que la despidieran rodeada de familiares, fans, amigos y colegas de la televisión.
Tras esa perición el Teatro Jorge Negrete comenzó a llenar sus butacas. Las primeras filas fueron ocupadas por familiares de la difunta actriz y figuras de la actuación, como Vanesa Bauche, Lorena Velázquez, Patricia Reyes Spindola, Laura Zapata, Wanda Seux.
Se levantó el telón y en el centro del escenario el ataúd de la actriz rodeado de seis fotografías y varios arreglos florales blancos. Un mariachi irrumpió en el lugar para interpretar la canción “Cielo rojo”.
Con un llanto incontrolable su madre Ofelia Fuentes subió al escenario y tomó fuerza y dijo: “Se me murió mi niña, pero me quedó mi pueblo México”.
Entre aplausos, música y porras dieron paso al público para que pudiera despedirse de la estrella de los melodramas más emblemáticos de México como Corazón Salvaje y Bianca Vidal, Los ricos también lloran, Salomé, Rosa Salvaje, Doña Barbara, entre otras.
A la actriz le sobrevive su hija Constanza, a quien pocas veces exponía y aqui les compartimos uno de los mensajes más conmovedores dedicado a su pequeña.
“Es el amor de mi vida. Es tierna, inteligente, graciosa, ama la música y tiene un corazón enorme. Dios me la prestó y creo que es mía. La gente me dice que es una niña muy buena y la neta es que ella es así, nació con esos sentimientos e inteligencia, yo solamente intento guiarla y cultivarla”.